No quería volver a hacerlo. No quería volver a pensarlo siquiera. Me refiero a las sonrisas que se difuminan en el tiempo. A ilusiones que de repente, en un abrir y cerrar de ojos, oscurecen. A crear un planeta donde las palabras, honestidad, respeto, ambición, competitividad, amistad, lealtad, perfección... no son fruto de palabrerías propias de un ingenuo o un bohemio perdido a la sombra de cualquier muro, sino reales. Donde se creen en ellas cuando se nombran. Donde se sienten. Y donde a la vez, este planeta se ve atacado constantemente por el desdén, el ninguneo, el desprecio.
Pero a pesar de todo, ese planeta existe. Aunque solo sea para los que viven en él. Los habitantes de este planeta probablemente serán incomprendidos. Incluso a veces les asaltará esa maldita duda que siempre surge, al pensar que quizá sea mejor dejarse llevar por la corriente y vivir como el resto del rebaño. Pero esa duda se desvanecerá, porque lo que son y lo que sienten lo llevan marcado inolvidablemente. Caminarán en otro sendero, probablemente mejor. Caminarán a otra velocidad, probablemente mayor. Lo verán antes, con antelación. Lo vivirán como nadie.
Si eres habitante de mi mismo planeta y alguna vez te asalta el desánimo, sólo cierra los ojos, y recuerda lo que fuimos, lo que somos, lo que podemos ser.
Y recuerda que hay mucha gente esperando a alguien que le oriente hacia este lugar. Tu puedes ser uno de ellos.
He estado al alcance de todos los bolsillos
porque no cuesta nada mirarse para adentro.
He estado al alcance de todas la manos
que han querido tocar mi mano amigamente.
Pero, pobre de mí, no he estado con los presos
de su propia cabeza acomodada,
no he estado en los que ríen con sólo media risa,
los delimitadores de las primaveras.
No he estado en los archivos ni en las papelerías
y se me archiva en copias y no en originales.
No he estado en los mercados grandes de la palabra,
pero he dicho lo mío a tiempo y sonriente.
No he estado enumerando las manchas en el sol
pues sé que en una sola mancha cabe el mundo.
He procurado ser un gran mortificado
para, si mortifico, no vayan a acusarme.
Aunque se dice que me sobran enemigos,
todo el mundo me escucha bien quedo cuando canto.
Yo he preferido hablar de cosas imposibles
porque de lo posible se sabe demasiado.
He preferido el polvo así, sencillamente,
pues la palabra amor aún me suena hueco.
He preferido un golpe así, de vez en cuando,
porque la inmunidad me carcome los huesos.
Agradezco la participación de todos
los que colaboraron en esta melodía.
Se debe subrayar la importante tarea
de los perseguidores de cualquier nacimiento.
Si alguien que me escucha se viera retratado,
sépase que se hace con ese destino.
Cualquier reclamación que sea sin membretes.
Buenas noches, amigos y enemigos.
Silvio Rodriguez.